Hacer política

“Hacer política”. Esa es la expresión de moda con la que se ofrece una solución a los problemas de nuestro país, en particular al problema catalán. También se dice que en el asunto catalán no han actuado los políticos: han actuado los jueces, es decir el Estado. Los mismos, por ejemplo Santos Juliá, que llevan años afirmando la debilidad estructural del Estado español, síntoma de una deficiente vertebración nacional de nuestro país, son aquellos que exaltan ahora al Estado como el único freno a la deriva independentista. También lo dicen –Felipe González sin ir más lejos- quienes no se cansaron nunca de “hacer política” con los nacionalistas y son responsables de la actual situación.

Sin contar con que lo de la falta -aparente- de política es un triunfo personal de Mariano Rajoy, que tiende a difuminar su acción, no digamos ya cualquier sesgo ideológico, bajo la apariencia del automatismo estatal y el sentido común.

La realidad es que en estas dos legislaturas se ha hecho mucha política. Se hizo política al poner el empleo como prioridad y la reforma del mercado de trabajo como fundamento del nuevo modelo productivo, que ha requerido, por su parte, otra buena dosis de política para impulsar la internacionalización de nuestras empresas. Se ha hecho política para preservar el Estado de bienestar y proteger a los más débiles, lejos de cualquier demagogia. Se hizo política para aislar al nacionalismo fuera. Y se hizo política cuando, siendo el PP único partido que planteaba la aplicación del 155 en Cataluña, se supeditó esta al acuerdo con los partidos nacionales.

También hay que recordar los intentos de hacer política que quedaron descartados en el camino: la oferta al PSOE de Pedro Sánchez cuando el “No es NO” o la mano tendida -siempre- a los nacionalistas dispuestos a volver al respeto a la Constitución. Y, además de todo eso, la negociación con Ciudadanos para lograr la estabilidad presupuestaria.

Lo que no se puede hacer es política fuera de la ley, que es lo que parece insinuarse cuando se proclama, campanuda y reiteradamente, que “hay que hacer política” como hace poco tiempo se preconizaba, con acentos de tertuliano de rebotica noventayochista, que “había que regenerarse”.

La Razón, 01-04-18