Manifestación de unidad

Unas cuantas horas después de conocerse que el gobierno de Pedro Sánchez aceptaba una mediación internacional para la negociación con los secesionistas catalanes, se ha convocado una manifestación de protesta. Además de la rapidez de la respuesta, lo extraordinario es que la hayan convocado tres partidos: Ciudadanos, Partido Popular y Vox. Habrá diferencias de criterio, pero ha quedado claro que existe un terreno común y que las tres organizaciones están dispuestas a negociar para conseguir un objetivo compartido. Aunque sea a la andaluza, con Ciudadanos resistiéndose a hablar directamente con Vox.

Resulta imprescindible protestar contra una decisión inaceptable de Sánchez y su gobierno. La presencia de un mediador –“relator”, según el Gobierno- sitúa en un plano de igualdad al Estado español y a los secesionistas. Otorga a estos una legitimidad inconcebible y dinamita, en cambio, la legitimidad misma del Gobierno y del Estado. Es por lo tanto urgente un cambio de rumbo que rectifique la deriva gubernamental.

Habría que ir más allá, sin embargo. La fórmula del “relator” o mediador culmina lo iniciado con la moción de censura, cuando el PSOE destrozó la alianza anti secesionista forjada al amparo del artículo 155. Uno de los elementos más valiosos de los años del PP de Rajoy saltaba por los aires, como años antes, tras conocerse la negociación de los socialistas con los etarras, había quedado destrozado el pacto antiterrorista firmado por el PSOE y el PP.

Por eso mismo, y a pesar de la urgencia del asunto, la finalidad de la unión de los tres partidos no debería limitarse a “desalojar” a Pedro Sánchez, como si imitara la estrategia política de quienes hace unos meses se concentraron en “echar” a Rajoy porque ese era su único objetivo. Se trata de algo más importante y más serio, como es fundar lo que hasta ahora ha faltado en la política española: un acuerdo político expreso acerca de las bases de una política nacional, compartida por una amplia mayoría como es la que representan C’s, PP y Vox.

Por eso, a pesar de la amenaza que supone Sánchez en La Moncloa, no es imprescindible presentar una moción de censura. Más relevante es presentar un bloque reunido en torno a un punto básico, como es la defensa de la unidad de España, que a su vez es la base de la Constitución y la Monarquía parlamentaria. Esa es la clave inaplazable: la necesaria refundación de la comunidad política que llamamos España en función de un criterio de unidad en torno a la nación y sus símbolos.

A partir de ahí será bienvenido el pluralismo y la diversidad de opiniones. Los tres partidos convocantes representan, de hecho, las sensibilidades básicas, e imprescindibles hoy en día, de una democracia liberal: progresismo, centro derecha, populismo. Ninguna de las tres monopoliza la adhesión a la nación –el patriotismo, o los símbolos- y ninguna aspira a hacerlo, como han demostrado los reflejos demostrados en la respuesta. Tampoco se excluye a nadie. Todos son bienvenidos a la manifestación. Se dirá que quedan fuera varios partidos y, por tanto, una parte importante de la opinión. La realidad es que son esos partidos los que se excluyen voluntariamente del nuevo consenso. O, mejor dicho, los que no quieren desprenderse de la fórmula ya periclitada de la democracia liberal sin nación. Sánchez, el PSOE y los populistas de izquierdas siguen perdidos en el laberinto de una nacionalidad problemática. Los demás nos hemos librado ya de ese lastre absurdo. Nos gusta España, queremos vivir libremente en nuestro país y para eso necesitamos gestos de unidad y –otra vez- de reconciliación.

La Razón, 07-02-19