Alemania y la nueva Europa
El anuncio de la retirada de Angela Merkel es un episodio más del largo descrédito de los socialdemócratas y los socialcristianos, los dos partidos que gobernaron Alemania durante décadas. La caída de los primeros ha sido más rápida, pero era forzoso que la recomposición en el centro izquierda acabara afectando al centro derecha. Y es lo que ha ocurrido, con la apertura de la carrera por la sucesión que enfrentará a candidatos muy variados, en particular la continuista Annegret Kramp-Karrenbauer, el más conservador Jens Spahn, un hombre de 38 años, homosexual y católico, cercano a la personalidad del canciller austriaco Sebastian Kurz, y por fin Friedrich Merz, conservador en lo social, y por tanto un buen freno ante la deriva nacionalista, pero también liberal en lo económico, lo que hace de su propuesta todo un experimento.
Y así como no está claro cuál será el sucesor de Merkel en su partido, tampoco lo está qué partido acabará rentabilizando la caída de la popularidad de la CDU. Se oyen muchas reflexiones acerca de cómo la política inmigratoria de Merkel ha favorecido a los más ultraderechistas, en particular a la Alternativa por Alemania (AfD). Se dice poco, en cambio, que una de las sorpresas de las elecciones en el Estado de Hesse, las mismas que han provocado el anuncio de retirada de Merkel, la ha dado los Verdes, un partido pro inmigración y pro europeo que obtuvo un 19,8 % del voto, por encima del SPD, aunque por debajo de los cristianos.
De un panorama tan complicado conviene no sacar conclusiones demasiado rápidas. Es posible que lo que esté surgiendo sea el núcleo de un nuevo centro que habrá de compatibilizar de una forma distinta tendencias que, si bien aparentemente contradictorias, no lo son del todo. En la cuestión europea, tan relacionada con la de la inmigración, seguramente ha llegado el momento de cerrar el inacabable proceso de integración y dejar a un lado las utopías postnacionales. Enfrentarse a los fantasmas propios, en otras palabras.
La Razón, 02-11-18