Cómo crear un problema

Manuela Carmena tiene razón cuando dice que los “manteros” no son un problema. Al menos en cierto sentido. Si todos los conflictos y los debates que plantea la inmigración en nuestro país se reducen a eso, podemos afirmar que la situación española es, en cuanto a la inmigración, excelente.

Las cosas no son del todo así. Hay problemas para atajar y encauzar la inmigración ilegal, ahora que las entradas de inmigrantes se han desplazado del este y del centro del Mediterráneo hasta nuestras costas. También hay problemas en la acogida de esos inmigrantes, que requiere medios materiales y humanos –incluida la custodia de las fronteras de Ceuta y Melilla- que el gobierno no está dispuesto a afrontar.

En cuanto a los “manteros”, sí que plantean problemas específicos. Uno con respecto a la imagen y la convivencia en algunas zonas del centro de las grandes ciudades, porque no es natural, ni cívico, que se practique un comercio ilegal a semejante escala y a la vista de todos. Y otro respecto a los comerciantes, porque los Ayuntamientos del cambio, al constituirse en abogados y defensores de los “manteros”, han reforzado la mafia del comercio ilegal en detrimento, o en contra, de quienes pagan religiosamente sus impuestos y sus tasas municipales.

Es ahí donde hay que buscar el motivo de fondo del escándalo. Tengo dudas de que el populismo sea una forma nueva de comunismo. Lo que me parece indudable, en cambio, es que muchos populistas y afines siguen siendo comunistas, comunistas hasta la médula, en la aversión a los regímenes liberales y abiertos como el nuestro. Desde esta perspectiva, los manteros y los “migrantes” vienen a ser un instrumento, muy cínicamente utilizado –en Carmena y en Colau resulta casi insultante- para desacreditar un modelo de sociedad y, en la medida de lo posible, desestabilizarla. No hay un problema con los “manteros”, efectivamente. De lo que se trata es de crearlo: con ellos y con la inmigración. Y al paso que vamos, es muy posible que lo consigan.

La Razón, 17-08-18

Foto: La Razón