Reconstruir la confianza

Los progresistas españoles no aprenden nunca. Cuando lo hacen, es para afinar sus instrumentos de destrucción. Si actuaran de otra manera, Sánchez habría comprendido la inutilidad de su política del “No es no”, sistemáticamente encaminada a hundir la legitimidad el PP para gobernar. Aún más hoy en día, en plena crisis sanitaria y económica. Lo que Sánchez sí ha aprendido, en una lección que hemos pagado todos y muchos miles de españoles con su vida, es que necesita al PP. Lo necesita para negociar en la UE, para encauzar la salida del desastre sanitario con un mínimo de eficacia, para recomponer en la medida de lo posible la economía, para dar respuestas a una sociedad maltrecha. En realidad, para seguir en el gobierno.

Por eso Pablo Casado se prestó ayer a colaborar, en vez de hacer lo que habría hecho Sánchez en estas circunstancias, que es enarbolar otra vez el “No es no” y lanzar un ataque furibundo y a gran escala contra el Gobierno. Pero como en el PP parece que han empezado a enterarse de lo que tienen enfrente –un interlocutor del que no se pueden fiar ni un solo segundo-, la oferta va estrictamente pautada. La sustitución de la mesa de partidos por una comisión en el Congreso, con representación de todos los partidos según su representatividad, es la clave de todo. Y también el condicionar el respaldo a un nuevo plazo de alarma al cumplimiento de los tres grandes bloques de exigencias, entre los que no es menor el del respeto a las libertades democráticas hacia las que este gobierno, compuesto de desalmados, ineptos y peronistas, no siente el menor apego. No hace falta que Casado promueva ahora un imposible gobierno de coalición, ni que exija crisis gubernamentales. Basta con deslindar responsabilidades, exigir transparencia y hacer lo posible para dejar atrás estas semanas de descontrol total.

También acertó Casado con el tono: humano, cercano, abierto, positivo. Resulta crucial que el PP apoye al Gobierno en lo necesario sin caer en las trampas que este le va a tender. Además, resulta indispensable que demuestre que hay otra forma de dirigirse a los españoles y, en consecuencia, otra forma de gobernar. Lo primero que necesita la sociedad española es recobrar la confianza en sus instituciones y en sus gobernantes. De los actuales, no podemos esperar nada de esto. Sí de la oposición.

La Razón, 21-04-20