De derechas

Cunde la sensación de que a Sánchez y a su Gobierno social peronista todo le sale bien. Es un espejismo, fruto de la utilización intensiva de la propaganda y de algunos de los motivos de la política en las democracias actuales. También se debe a la dificultad que tiene la derecha para articular una posición y un discurso propios, lejos de la falacia sistemática y de los “arrimar el hombro” y “no dejar a nadie atrás”, copyright de Bush hijo y tan propios del Gobierno, que sirven para cualquier cosa, sobre todo para no decir nada.

Un primer elemento, en particular en un país tan destrozado por el ataque planificado y permanente a su identidad, podría ser la reivindicación de esa misma identidad española y, con ella, la de la historia y la memoria de lo español. Lo español propiamente dicho: la Monarquía de España, la dimensión global del español y de lo español, la cultura española, sus muy variadas formas de expresión, lo bueno y lo desastroso… todo aquello que nos une y que nos hace ser lo que somos. En términos de cultura política, hablamos de la solidez de las instituciones que conforman nuestra constitución y son la clave de todo lo demás, en particular del pluralismo y la tolerancia que la izquierda naturalmente detesta.

Un segundo elemento que subyace a lo anterior es la unión, el valor de sabernos respaldados en nuestro esfuerzo y nuestros objetivos por nuestros compatriotas y quienes viven en nuestro país. Aquí habría que insistir en la enseñanza y en la sanidad como medios cruciales para lograr una sociedad justa y buena y compasiva, no esa otra sociedad desmoralizada, aborregada y anestesiada por el cinismo del social peronismo.

La ecología debería estar en el centro de las preocupaciones de esta derecha que ha de hacer de la permanencia, del lazo entre lo pretérito y el futuro una de sus claves. Hay que infundir seguridad y confianza, y el cuidado del medio ambiente, que equivale a poner el acento en la responsabilidad del ser humano para con su vida, el mundo en el que vive y las generaciones venideras, es el eje de esta actitud.

Finalmente, la derecha no puede olvidar la libertad. En contra de la irresponsabilidad de la izquierda social peronista, siempre empeñada en arruinar al Estado de bienestar, la derecha debe constituirse en su auténtico defensor. Para eso hay que fomentar la confianza en el espíritu empresarial, la iniciativa, la innovación, la investigación y el optimismo. Para la derecha, el covid-19 no es, como para la izquierda psicópata, la oportunidad –con “Himno a la Alegría” incluido- de sacar adelante sus políticas. En cambio, sí que ha puesto en evidencia los fallos de nuestro modo de vida, desde la autocomplacencia a la negativa a entender que vivimos en un mundo peligroso, que requiere mantenerse conscientes de los riesgos, en vez de practicar la queja y el victimismo constantes… Algunas de estas ideas las ha expresado Boris Johnson en un discurso ante su partido. Como ha dicho un periódico británico, Boris acaba de redescubrir su identidad “tory”.

La Razón, 08-10-20