El curso (político) que viene

Según la última EPA, el número de desempleados disminuyó en 340.700 personas durante el segundo trimestre del año. El paro afecta a 3.914.300 y baja de los 4 millones de parados por primera vez desde 2008. Esto es consecuencia del dinamismo de la economía española. Las empresas y los autónomos han llevado a cabo reformas trascendentales que han reducido la deuda, cambiado el modelo productivo y transformado la economía española y convertirla en una potencia exportadora. También tienen alguna responsabilidad en este éxito el mantenimiento del Estado de bienestar, las medidas de reforma laboral gracias a las cuales el mercado de trabajo ha dejado atrás el modelo hiper proteccionista de tiempos de la dictadura, así como las reformas en el sistema bancario y la reducción del déficit.

El desafío independentista en Cataluña ha alcanzado un punto dramático con la amenaza del referéndum el próximo 1 de octubre. Ahora bien, nunca el nacionalismo había aparecido tan débil, tan aislado, tan desacreditado. Es el propio órdago nacionalista el que ha llevado las cosas hasta aquí y de haber un mínimo consenso entre las fuerzas políticas nacionales, el problema del nacionalismo estaría –no resuelto, claro está-, pero sí encauzado.

El populismo neocomunista, por su parte, ha tocado techo. Tampoco va a desaparecer, porque la ola de indignación (cada vez menos) y de cinismo (cada vez más) que desencadenó la crisis, sumada a los escándalos de corrupción, ha dejado en herencia esta perversión del sistema, que quiere aplicar a nuestro país políticas que arruinarían la economía y llevarían las instituciones al colapso. Aun así, la retórica y la escenografía han dado de sí todo lo que podían dar y, salvo imprevisto, los podemitas no volverán a tomar la iniciativa.

Quedan muchos problemas por resolver, e incluso los éxitos suscitan desafíos nuevos. No hay por tanto una política única ante el nuevo escenario. Lo que hay, en cambio, es un marco institucional y político que debería ser reforzado y un consenso por establecer acerca de ese mismo marco institucional y nacional. Los partidos nacionales deberían ser capaces de responder a esta situación y estar a la altura de la oportunidad histórica que tenemos. Y los que no lo hagan conseguirán mantenerse pero no lograrán acceder a la carrera por el poder. Serán los eternos figurantes.

La Razón, 28-07-17