Políticos de Estado

Ha sido extraordinario el esfuerzo realizado por el separatismo y la izquierda clásica (habría que escribir “vieja”) para desacreditar a los convocantes de la concentración del domingo y dejar claro que aquello fue una “quedada” entre amigos de Internet. Indica que el acto de Colón ha hecho más daño de lo que se pensó en un primer momento. Si los secesionistas no se deciden a apoyar los presupuestos de Podemos y del PSOE, resulta difícil imaginar cómo el gobierno de Sánchez se mantendrá un año más. Si a eso se añade la posibilidad de convocar elecciones un 14 de abril, tan atractiva para quienes quieren ganar a toda costa el “relato histórico”, como si la historia fuera un relato, la tentación llega a ser irresistible.

A pesar del esfuerzo de organización y de la generosidad de los convocantes –en particular del PP- para dejar el protagonismo a los manifestantes y a los símbolos nacionales, queda mucho por hacer para desbrozar el camino del entendimiento de los tres partidos.

Más aún cuando lo del domingo fue la prefiguración de lo que se prepara en la próxima cita electoral, que es una oleada de voto de protesta y de reivindicación de lo propio. En el PP y en Ciudadanos corren el riesgo de entenderlo como una cuestión ideológica. Es otra cosa, y aunque necesite de cauces partidistas, está más relacionado con la identidad y la desasosegante sensación de haber sido ninguneados y despreciados durante años.

Como es natural, cada cual dará la respuesta que considere adecuada, pero el camino será más llevadero, y los resultados más positivos para todos, si los tres partidos comprenden que es imprescindible ofrecer un consenso serio sobre la cuestión que ha hecho estallar todo el sistema de partidos anterior -también la “vieja” izquierda-, como es la cuestión de la nación. Es de esperar que la concentración haya servido para eso. Otro punto en el que convendría que empezaran a hablar sería cómo actuar en el caso de un nuevo cataclismo a lo 11-M, nada descartable si se confirma el cambio de tendencia electoral. No se trata de imaginar conspiraciones ni diseñar escenarios fantasiosos. Se trata de saber cómo actuar conjuntamente, con lealtad y sin declararse la guerra unos a otros. Políticas de Estado, en pocas palabras.

La Razón, 12-02-19