Julia Escobar. La gran rebeldía

Julia Escobar se presenta a las elecciones como candidata de VOX al Senado por Madrid. Casi todos sabemos unas cuantas cosas de Julia Escobar. Sabemos que ha escrito varios libros de poesía muy hermosos y que tiene alguno más en la cartera. Sabemos que es la brillantísima autora de un buen puñado de novelas, entre las que me permito destacar La asamblea de los muertos (Pre-Textos, 2000) y San Judas 27. La catedral del dolor (Ediciones Cinca, 2016), sin olvidar la muy ácida y divertida Nadie dijo que fuera fácil (Edhasa, 1999). La primera es un devaneo por las regiones de ultratumba, donde acabaremos todos -con lo puesto- e intentaremos, como en esta vida, colocar nuestra historia a quien no tiene gran deseo de escucharla. La segunda, que hace referencia a una válvula utilizada en cirugía cardíaca, recoge  la considerable experiencia hospitalaria de Julia Escobar, enfrentada a una situación radical de supervivencia.

También sabemos, al menos lo sabemos muchos de nosotros, que Julia Escobar es uno de los grandes nombres de la traducción literaria en nuestro país. Aquí, como en tantas otras cosas, se ha enfrentado a lo más difícil. Colette, Rimbaud, Jabès, Pessoa figuran entre los autores que han sido recreados en español por la mano maestra de Julia, que también ha dado clases en varias instituciones universitarias. Su extraordinario dominio de la lengua española conseguido en esta tarea, tan difícil como adictiva, le ha dado la ocasión de convertirse en una de las voces más escuchadas en las redes sociales. Y es que Julia Escobar conoce desde dentro nuestra lengua, la domina en vez de dejarse arrastrar por sus inercias y la reinventa desde este conocimiento minucioso y desde su inagotable imaginación verbal y conceptual. Por eso somos tantos los que nos sentimos representados en sus palabras y en su actitud ante la vida.

De Julia Escobar, todos o casi todos conocemos una vida hecha literatura, literatura pura. Y sabemos también que su intervención en el debate público se produce desde unas posiciones muy firmes de defensa y elogio de España: su realidad cultural viva, su unidad, sus tradiciones, sus formas populares de expresión, y su carácter, sobre todo su carácter. Julia Escobar, de educación francesa y española hasta el tuétano, de antes de cualquier homogeneización cultural, consigue condensar siempre ese carácter en un concepto, ese choque de ideas en el que nunca falta una chispa deslumbrante de humor y de fe. Detrás, está el conocimiento de la urgencia de la vida, también de la vida de su país. Ahí está la raíz de su compromiso público.

Menos conocido que todo lo anterior es que Julia Escobar, tan identificada con la literatura, conoce también de cerca el mundo de la edición, la acción cultural, la iniciativa empresarial y a gestión asociativa profesional. En todas ha aportado la misma brillantez, el mismo carácter, la misma personalidad. Así como hay pocas personas tan valientes como ella, tal vez no haya ninguna que manifieste, desde el principio hasta el fin, una rebeldía tan terca y obstinada. Rebelde siempre, Julia Escobar no se queda tranquila hasta haber apurado el último de los significados de lo que tiene delante. Y en cuanto lo ha conseguido, porque suele hacerlo, ya está pidiendo cuentas de otro asunto. No hay tregua, porque en el mundo y en la vida de Julia Escobar no puede haberla.

Esto es lo que Julia aporta a nuestra vida de españoles. Inteligencia, sensibilidad, imaginación, conocimiento… Es también lo que ahora, con un coraje extraordinario, está dispuesta a aportar a la vida pública de nuestro país como candidata al Senado por VOX.

La Gaceta de la Iberoesfera, 26-06-23