El municipio de Cannes va a imponer multas por valor de 38 euros a quienes se bañen en sus playas con burkini, prenda que no necesita presentación. La República Francesa se siente ofendida por lo que entra, según la fina sensibilidad de la ciudadanía local, en el terreno de la exhibición ostentosa de símbolos religiosos. La polémica no se ha hecho esperar, y como está siendo tan apasionada, conviene tener en cuenta algunos hechos.
Uno es que hay muchos millones de ciudadanos musulmanes franceses y que nunca se les había pedido que siguieran códigos específicos de conducta o vestimenta fuera de ciertos recintos. Es cierto que ha habido una “islamización” progresiva del islam, pero como ha escrito Pierre Manent, resulta difícil exigir ahora lo que no se pidió en su tiempo. La población francesa musulmana, en parte debido a esa reislamización o por las características mismas del islam, no parece dispuesta a dejarse “laicizar”. En este punto, conviene recordar también que el proyecto de “laicismo”, incluso en Francia, afectaba al Estado, no al conjunto de la sociedad. Trasladado el proyecto más allá de lo estatal, se pueden crear situaciones que ponen en peligro la libertad: la de expresión o la de religión, esta última la más básica de las libertades. Por eso se debe ser muy cuidadoso con este tipo de imposiciones, que parecen naturales y no lo son.
Tampoco es función del Estado moderno dictarle a nadie su comportamiento, más allá de lo establecido por la ley. Al Estado le incumbe garantizar la libertad. Esto quiere decir que el Estado tiene poco que decir, salvadas cuestiones de derechos básicos, seguridad o higiene, acerca de si –en este caso- una mujer está oprimida por una costumbre o norma religiosa. Lo que sí le incumbe es garantizar que esa mujer tiene capacidad para no cumplirla cuando intentan imponérsela. En otras palabras, debe asegurar la puerta de salida y tratar a las personas como adultos. Aunque lo parezca cada vez más, la ciudadanía no es condición exclusiva de los menores de edad. Prohibir el “burkini” pone en evidencia la incapacidad del Estado para cumplir el papel que le corresponde. No es signo de fortaleza. Es signo de debilidad, y así será comprendido por quienes se mueven en el universo de las guerras religiosas y se empeñan en que las volvamos a vivir bajo el signo siniestro del “choque de civilizaciones”.
La Razón, 19-08-16
FranciaIdeasIdentidad
plazaeme
28 agosto, 2016Saludos.
Me parecen más o menos razonables todos los puntos señalados, pero me parece que faltan demasiados elementos como para que el conjunto sea razonable. Por ejemplo, decir que la libertad de «religión» es la más básica de las libertades puede ser problemático, porque «religión» no está definido. «Religión» es el misticismo, pero también es «religión» el intento de imponer la desigualdad / inferioridad de la mujer. ¿A cuenta de qué va a ser esa la más básica de las libertades? ¿Estamos locos?
El estado moderno dicta comportamientos, sin que nadie levante una ceja o se sienta incomodado. Por ejemplo, ante usuarios de playas con diferentes códigos de vestimenta (diferentes códigos morales, en definitiva), el estado moderno regula los espacios playeros en temporada de baño, y regula unas playas o zonas de playas como «naturistas», prohibiendo el desnudo en las demás. ¿Eso es no tratarnos como adultos, o es regular el tráfico? Es lo segundo, porque los animales humanos se sienten incómodos cuando coinciden en diferente grado de desnudez, estando el más desnudo más «inerme». Cosa que los policías bestias utilizan con gran provecho. Y por eso los humanos suelen desarrollar códigos de vestimenta (y des-vestimenta), de forma que coincidan en un espacio con un código común. Normalmente sale de forma natural (moral), sin que hagan falta leyes. Pero a veces aparecen los insensibles, y alguien tiene que regular el tráfico. Pero un código de vestir no es una falta de libertad en mayor medida que la civilización es una falta de libertad.
La libertad de manifestación religiosa es un derecho fundamental. Una ley idiota, porque «religión» no está definido funcionalmente. Pero el derecho de manifestación de ideología, por ejemplo protestar por la inmoralidad de negar a las mujeres un placer sencillo que se permite a los hombres (art. 14 CE), es exactamente igual de derecho fundamental. De hecho, el mismo artículo (16 CE).
El burkini es salafismo. Se le puede llamar «religión» al salafismo, por la indefinición de religión. Pero también es un sistema político completo, totalitario, machista, supremacista, y brutal. ¿Permitiríamos manifestaciones nacis en las playas? O simplemente políticas; no tiene sentido. ¿Y pasos de semana santa entre los bañistas? Si las monjas adoptaran la costumbre; ¿nos daría igual, o estableceríamos una zona distinta para un código diferente?
Y no; el burka no es «voluntario», si se alega que es religión. Los preceptos religiosos (y morales) no son de cumplimiento voluntario.