Ciudadanos: No era no
Las recientes elecciones municipales y autonómicas no fueron, como no podían serlo, una segunda vuelta. No han cambiado los resultados de las legislativas, y los socialistas pueden seguir afirmando su éxito –relativo, pero éxito al fin y al cabo. Bien es verdad que iluminan esos mismos resultados de otra manera. El desplome de Podemos confirma el callejón sin salida de los populistas de izquierda, sin que los socialistas recuperen todo de lo que esperaban, tal vez, por su izquierda. No se sabe si el éxito –relativo- a corto plazo compensará el radicalismo asumido como propio ahora. El PP, a pesar de todo lo ocurrido, logra sobrevivir gracias a su implantación y a la habilidad negociadora de sus nuevos dirigentes. Por mucho que Vox haya perdido en un mes la mitad de sus apoyos, seguirá siendo una fuerza indispensable para PP y Ciudadanos, por lo que tendrán que contar con su apoyo y sus propuestas: el proceso ya ha empezado.
Sobre todo, Ciudadanos se ha mantenido firme en su promesa de no pactar con el PSOE. A pesar de lo ocurrido en algunos ayuntamientos –algo comprensible en unas elecciones locales- Ciudadanos ha optado por la formación de gobiernos municipales con el centro derecha, para lo que ha tenido que aceptar, aunque no le guste decirlo, el apoyo de Vox.
En Ciudadanos, en pocas palabras, no se fían del PSOE. El hecho puede deberse a múltiples factores, pero habrá de reconocerse que los socialistas se han ganado a pulso su descrédito. La firmeza de Rivera y su equipo condenará a Sánchez –salvo gran viraje, fruto de las grandes presiones que se avecinan- a gobernar con aquellos mismos con los que montó la moción de censura de hace un año: nacionalistas, independentistas, filo etarras y lo que va quedando del populismo de izquierdas. Son los aliados naturales de Pedro Sánchez, sus amigos, aquellos con los que ha llegado al poder y con los que ahora tiene que montar un gobierno para los próximos cuatro años: presupuestos, Cataluña y Navarra (además del País Vasco) incluidos.
No era no… El éxito de la izquierda en nuestro país tiene estas ironías: que se debe más a la adopción de actitudes populistas y a las querencias y amistades nacional-independentistas que a la elaboración de una nueva y auténtica posición socialdemócrata. A medio plazo, habrá que ver qué hace el resto, lo que se llama centro derecha, con todo esto.
La Razón, 18-06-19