PrayForFrance

Hace algunos años discutí con un norteamericano durante la semana de lo que allí celebran como Día de Acción de Gracias. A mí me parecía evidente que siempre se da las gracias a alguien, y que ese alguien, en el caso de la celebración nacional norteamericana, era Dios, a quien los Peregrinos habían implorado protección en el desolado y espantoso desierto de las costas del Atlántico Norte.

 

Mi conocido no estaba de acuerdo. Sostenía que no es así, que en el Día de Acción de Gracias no se agradece nada a nadie, que se dan las gracias sin más, sin sujeto al que dirigirlas.

Estos días me ha vuelto esta conversación a la cabeza, con ocasión de la consigna, tan popular en Internet, que recomendaba “rezar por París”, o PrayForParis.

No sé si rezar puede querer decir aquí, como en el caso del Día de Acción de Gracias, dirigirse a una entidad misericordiosa y consoladora. A mí me parece que sí, pero como no todo el mundo piensa lo mismo, tal vez el rezo, en este caso –como el hecho de dar las gracias en el otro- sea una manera de que el orante recupere su paz interior mediante la expresión de su estado de ánimo, o una fórmula para lograr la readecuación del mundo al orden previo, más justo y (por lo menos aparentemente) algo más benévolo. Sin duda es una forma de decir que quien “reza por París” se acuerda de las víctimas.

En cuanto a lo de París, está bien, ni que decir tiene, porque la ciudad ha sufrido estos días como antes lo hicieron Nueva York, Bali, Madrid, Londres, Mumbay y, a veces a diario, muy diversas ciudades en Sudán, Nigeria, Irak, Líbano, Pakistán, o bien en Turquía y en Israel. (Cuando se quiere, la memoria es muy, muy corta.)

Ocurre sin embargo que París no es del todo independiente de la nación que le sirve de fundamento. Y la elección de París como objeto del rezo sugiere que se ha saltado por encima del espacio de la política: la política en el sentido de aquello que nos une, que nos es común y que está en la base de la convivencia de todos.

Rezar (o rezad) por París, está bien, claro está. Rezar por Francia, por la nación, dejaría más claro que sabemos que hay algo que forma parte de nosotros mismos y que al mismo tiempo no nos pertenece, y de lo que somos responsables en el mismo grado, y con la misma exigencia, que aquello que no hemos creado nosotros, habiéndolo recibido como un regalo.

 

Ilustración: Estadio Santiago Bernabéu, Madrid, 21-11-15