Populistas de ayer y de hoy

Parece que hay mucha gente asustada ante la irresistible ascensión del populismo en nuestro país. Está bien, claro está, porque toda prudencia es poca, en particular en el terreno político. Tampoco estaría de más, sin embargo, tener en cuenta algunas cuestiones acerca del populismo. El populismo es una pulsión política característica de los sistemas democráticos. No es bueno tenerle demasiadas simpatías, pero conviene también comprender que apela algo que no es del todo ajeno al sistema. Puede ser utilizado contra el sistema, o no. Y es seguro que una cierta dosis de populismo resulta necesaria para contrarrestar a los populismos declaradamente antisistema. No vendría mal, a este respecto, una relación personal más intensa de los líderes con sus votantes, una mayor exposición de los dirigentes –incluida su vida más allá del despacho y los actos oficiales- y un esfuerzo por hacer comprender el sentido general de la acción política en relación con grandes principios y valores. No estaría de más prender un poco, ya que no inflamar, la imaginación y el interés de la gente, lo que el populismo de hoy –que todo el mundo practica- llama ciudadanos.

El populismo tampoco es un desconocido en nuestro país. Se ha dado, en mayor o menor medida, en casi todos los presidentes de Gobierno desde la Transición. La aparente novedad de Podemos es menor de lo que parece suponerse. No es que no haya que tomárselo en serio, pero conviene recordar que los grandes maestros del populismo han sido socialistas y que al PSOE le sobra experiencia para poner en marcha este tipo de políticas. Puede que ni Pedro Sánchez, tan tierno, ni Susana Díaz, populista por naturaleza aunque demasiado local por el momento, lo hayan logrado aún. Que lo están ensayando, no cabe la menor duda. No se debería descartar que lo logren.

El PSOE no es ni ha sido nunca el partido institucional y de gobierno que ahora tanta gente dice echar de menos. Es un partido de un pragmatismo descarnado, con muy pocos escrúpulos que no estén relacionados con el poder: el partido del 13-M, el que protegió a los indignados de la Puerta del Sol, el mismo que ha promocionado al núcleo de Podemos en la Universidad pública. Está claro que el PSOE tiene un problema serio con sus cachorros, los nuevos populistas. Que el Partido Popular lo tenga de la misma forma es muy dudoso. Conviene no equivocarse de adversario y no olvidar cómo se las gasta este.

La Razón, 16-12-14