Un «Turco» poco sexy

Se estrenaba en el Teatro Real Il Turco in Italia, uno de los grandes títulos del Rossini bufo. Es uno de esos en los que el cisne de Pésaro revela su faceta más descarada y explosiva, pero también más racional, por la implacable precisión matemática con la que están construidas la partitura y el desarrollo dramático, y además de todo eso, por la peculiar ternura y suavidad clasicistas que irrumpen de vez en cuando y que tanto fascinaban a Stendhal. Teniendo en cuenta la combinación, una obra en apariencia sencilla se revela un objeto de alta exigencia en lo musical y en lo escénico.

En cuanto a lo primero, y en el apartado vocal, el reparto de este estreno brilló a una altura considerable, encabezado por un Misha Kiria en estado de gracia que infundió a su Don Geronio toda la comicidad necesaria, pero también la humanidad que requiere el personaje: su versión de “Se ho da dirla”, resultó espléndida, divertida, con una voz timbrada, ágil, expresiva y natural. La soprano Sara Blanch sustituyó a Lisette Oropesa en el papel estelar de Fiorilla con una prestación excelente en las partes más serias de la obra, que también las tiene, como el aria final de arrepentimiento, y un punto menos brillante en lo cómico: a la voz, espléndida, carnosa y con muy bellos contrastes de color, le falta todavía flexibilidad e intención, es decir gracia o salero. Bien el Selim de Alex Esposito, con un instrumento generoso y amplio, algo forzado en lo paródico. Edgardo Rocha, en el papel de Don Narciso, presenta una voz no del todo grata y de emisión un poco forzada, pero sabe desenvolverse en la inclemente tesitura de contraltino que tiene asignada: salió indemne, que no es poco, de su diabólica “Intesi: ah tutto intesi”. El barítono Florian Sempey cantó, y dio vida escénica, a un espléndido Poeta, muy moderno y juvenil en su desconcierto y su despiste. Estupenda la Zaida de Paola Gardina, con un instrumento de matices sensuales y graves muy adecuados al papel. Bien el Albazar, muy cortado, de Pablo García-López.

El director de escena Laurent Pelly, habitual del Real, ha tenido la ocurrencia de ambientar la obra en la Italia de los años 50, y tratar el argumento como si fuera una fotonovela de entonces, género que nadie conoce. Presenta además el inconveniente de su estatismo intrínseco, que detiene la maravillosa fluidez de la acción. Pelly lo compensa con gestos mecánicos e histriónicos, que deshumanizan a los personajes, y con alguna nota populista por lo explícito (Fiorilla, que quiere “divertirse”, no es una mujer hambrienta de sexo). También hace incomprensible el papel de Don Narciso -un “cortejo”, se llamaba en el siglo XVIII- y vuelve redundante el del Poeta, enfrentado a unas criaturas que se esfuerzan laboriosamente por encarnar a los personajes de la fotonovela que el director les ha echado encima. Desperdiciado queda el aspecto metateatral de la obra de Rossini y de su genial dramaturgo Felice Romani. Puestos a buscar referencias, una serie turca actual habría dado más juego.

En el podio del Real, debutaba Giacomo Sagripanti, gran conocedor del repertorio italiano, que desde el primer compás impulsó una versión dinámica, muy fina, que salvó la función del tedio. Magnífica la Orquesta Titular en una partitura de difícil transparencia mozartiana, y excelente el Coro Titular.

 

MADRID. TEATRO REAL. GIACOMO ROSSINI, IL TURCO IN ITALIA

Dir.: Giacomo Sagripanti. Dir. esc.: Laurent Pelly. Alex Esposito, Sara Blanch, Misha Kiria, Edgardo Rocha, Florian Sempey, Paola Gardina, Pablo García-López

 Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real, 31 de mayo de 2023

Ópera Actual, 01-06-23