Dos Mauras por uno

Así cayó Alfonso XIII. De una dictadura a otra, Miguel Maura. Edición y estudio preliminar de Joaquín Romero Maura, Madrid, Marcial Pons, 2007, 570 páginas.

 

Así cayó Alfonso XIII de Miguel Maura es uno de los grandes clásicos de la literatura sobre la Segunda República. Su autor fue uno de los protagonistas de los acontecimientos relatados, los que provocaron el hundimiento de la Monarquía por segunda vez en la historia de España. También fue ministro en el Gobierno provisional, en nombre de una derecha que representaba, políticamente, a muy pocos españoles. No así en cuanto al espíritu, conciliador y tolerante, que por su parte la casi totalidad de los dirigentes de la izquierda republicana y socialista –por no hablar de los nacionalistas- dinamitaron a conciencia desde el primer momento.

 

La obra, editada por primera vez en 1962, circuló desde entonces profusamente, antes incluso de que fuera autorizada su publicación en España en 1966. Desde entonces van siete ediciones. También ha sido utilizada en numerosos estudios. Recuérdese en particular Los personajes republicanos vistos por ellos mismos de Pío Moa.

¿Una reedición más, por tanto? No sólo.

En primer lugar, conviene tener en cuenta la circunstancia en que se publicó y aquella en la que sale de nuevo al mercado. Miguel Maura escribió sus recuerdos de la transición de la Monarquía a la República pensando en una posible transición del régimen de Franco a otro constitucional y democrático. Su intención iba más allá del relato de unos recuerdos, apasionantes de por sí. Quería también proporcionar alguna pista, alguna ayuda para lo que se preparaba.

Hoy nos encontramos en lo que habrá quien llame una nueva transición. Nadie, ni siquiera el gobierno que la ha puesto en marcha, sabe la forma del régimen que se deducirá de sus decisiones. La Constitución ha dejado de cumplirse en puntos muy importantes, y es obvio que otra vez la Monarquía corre un peligro serio. El gobierno está encabezado por un iluminado y la mayoría parlamentaria la forman, además del núcleo socialista propiamente delirante, republicanos, secesionistas y grupos antisistema. Por ejemplo, y como ha dejado bien claro en los últimos días, el gobierno de Rodríguez Zapatero no considera necesaria la defensa de la figura de los monarcas.

El texto de Miguel Maura cobra así, de pronto, una nueva actualidad. Hay que felicitar al Consejo Editorial de Marcial Pons, responsable de la publicación, por haber tenido la brillante idea de sacar otra vez este texto, que es de por sí todo un comentario, y un aviso, sobre la actualidad española. Y eso que el responsable de la edición ha suprimido un epílogo, en tono de exhortación al posible sucesor de Franco, que hubiera sido adecuado, y más respetuoso, incluir aunque fuera como apéndice.

Para quienes ya tengan alguna edición previa de Así cayó Alfonso XIII hay que añadir que esta reedición constituye de hecho un libro nuevo. El responsable de la edición, nieto del autor, ha tenido acceso al archivo familiar. Ha ampliado el propio texto con partes señaladas en corchetes y no incluidas por Miguel Maura en su momento por razones de prudencia. Algunos son de lectura obligada para quien se interese por el período. Por ejemplo, las posiciones del gobierno ante la familia del propio Maura, tan comprometida con la Monarquía, o las anécdotas –memorables algunas de ellas- sobre Azaña, que amplían y dar un nuevo sentido al clásico retrato de los “tres Azañas” sobre el que ha gravitado buena parte de los análisis que desde 1962 se han realizado del caudillo republicano, por utilizar la terminología de la época.

Sobre eso, el editor ha añadido otros muchos documentos. Hay algún tesoro, como la famosa carta de José Antonio Primo de Rivera a Miguel Maura escrita desde la Prisión de Alicante en junio de 1936. Hay documentos importantes para la historia de la República y algo menos sobre la de la derecha española, como los pronunciamientos del autor desde la prensa, en los momentos críticos de junio de ese mismo año, apenas unas semanas antes de empezar la Guerra Civil. Y hay textos que proceden de los cuadernos del propio Maura, comentarios de primera mano de la acción política del bienio Azaña, modelo reconocido de la política socialista de hoy mismo.

Pero el interés de esta reedición va todavía más allá. Firma la edición Joaquín Romero Maura, historiador intermitente y de culto desde que publicó La Rosa de Fuego, un brillante análisis del saqueo terrorista de Barcelona conocido como “Semana Trágica”. Romero Maura ha decidido escribir para la nueva edición de las memorias de su abuelo un prólogo de más 116 páginas, es decir casi un nuevo libro.

Este trabajo incluye, en su arranque, unos comentarios caprichosos sobre la Iglesia española. El lector prescindirá de ellos sin menoscabo para nadie. Resulta incluso aconsejable hacerlo. Otra cosa es la reflexión sobre el propio Miguel Maura que cierra el ensayo. No sólo por la perspectiva que ofrece sobre la figura, sino por algunas reflexiones memorables acerca del patriotismo (p. 104) y la izquierda. No está de más citar una frase que el editor cita justo antes de entrar en materia: “La impunidad de la delincuencia política (…) arma principal de las izquierdas” (p. 105).

La frase, que tiene todo el tono de una sentencia clásica, cobra todo su sentido cuando se ha leído la parte central del ensayo, que no trata de Miguel Maura, sino… de don Antonio, el padre de este. Y es que aquí está el fondo de este trabajo, colado de matute en una introducción de apariencia inocua.

Sobre Antonio Maura se han escrito algunos estudios biográficos y políticos importantes (en particular el de María Jesús González), así como otros que lo encuadran, mal que bien, como el de Javier Tusell, en la historia de la derecha española. Pero en general, la historiografía ha sido poco generosa con él: ha habido pereza, por la talla del personaje, y mezquindad de raíces ideológicas. Falta mucho trabajo por hacer, sobre todo ahora que estamos en el centenario del “gobierno largo” y de los hechos que condujeron a su destitución por Alfonso XIII en 1909. La aportación de Romero Maura será, en cualquier caso, esencial.

Pocas veces se ha visto una reivindicación tan apasionada, y tan argumentada, de una figura histórica. Antonio Maura cobra aquí la dimensión que se merece, la del primero y posiblemente el único ensayo democrático digno de este nombre del siglo XX español, hasta 1975. La insistencia de Romero Maura en el papel que su bisabuelo otorgaba a la Corona es digna de ser resaltada. También lo es su análisis del propio proyecto maurista de construir un partido de derechas moderno y abierto, es decir democrático. Y tiene una actualidad casi aterradora el análisis de la campaña del “¡Maura no!”, por el que una amplísima coalición de izquierdas, desde los anarquistas hasta intelectuales como Ortega, consiguieron que Alfonso XIII desdeñara la probada lealtad monárquica de Maura y destrozara el pacto sobre el que se basaba el sistema liberal de la Restauración al echar abajo a un presidente de gobierno que tenía el respaldo de una mayoría parlamentaria.

Las consecuencias de esos hechos, que frustraron la transición a la democracia del régimen liberal respetando la Monarquía, van relatadas por el propio Miguel Maura en su libro de recuerdos. Hoy vivimos una reedición de todo aquello con lo que está haciendo la izquierda española con el Partido Popular (y lo que hizo en su día con Aznar). Sorprende la fidelidad a sí misma de nuestra izquierda, que siempre elige lo más fácil que es, como decía el propio don Antonio, “salirse de la carretera” (p. 105).

Como el ensayo se centra en este asunto, quedan fuera muchos otros aspectos de la figura de Antonio Maura, como sus relaciones con el nacionalismo, o sus proyectos de regeneración de la administración o de la Marina. Pero algo esencial ha quedado dicho.

Por eso mismo, es una pena que Joaquín Romero Maura no se haya decidido a escribir una biografía de verdad. En el caso de que lo hiciera, sería de desear que adoptara un estilo menos torturado y más anglosajón, más al alcance de una opinión pública a la que don Antonio apeló aunque acabara enredado y traicionado por la alianza de Alfonso XIII con una izquierda recalcitrante en su desprecio hacia la democracia.

Libertad Digital, 20-09-07