El rostro oculto de Lope

Antonio Sánchez Jiménez, Lope. El verso y la vida, Madrid, Cátedra, 2019

Lope de Vega, Cartas (1604-1633), Madrid, Cátedra, 2018

 

De la vida de Lope destaca, en el recuerdo de todos, su fabulosa creatividad que da pie a una obra inabarcable, en teatro y en poesía. También ha quedado la intensidad de una vida amorosa donde se suceden y superponen amantes, mujeres, familias e hijos.

Del otro lado, y en contraste con esto, está la fe, que incendia como el amor profano toda la trayectoria del genio hasta llevarle a hacerse sacerdote, y también su supuesta conformidad con la España de su tiempo, como si Lope estuviera perfectamente integrado en su momento histórico.

Sólo con estos cuatro apuntes empiezan a verse las costuras, o las contradicciones, del personaje que llamamos Lope de Vega. Y hay más, como es la tensión entre el cultivo del teatro para el ”vulgo”, que corresponde a su defensa militante de una expresión llana y clara, en castellano neto, y otra tendencia clasicista, extremadamente elaborada y de apariencia más elitista, cada vez más relevante a medida que Lope va envejeciendo. O el contraste entre la extraordinaria elaboración estética de muchas de sus obras, por un lado, y la impresión de espontaneidad que produce su literatura, como si Lope hubiera sido un improvisador perpetuo sobre el motivo de su propia vida.

Nos encontramos por tanto ante una figura que añade, a la dificultad para conocer la obra por sus extraordinarias dimensiones, toda una serie de contradicciones, reales o aparentes, que impiden una identificación sencilla o una lectura en clave ideológica. No cabe ver en él una de esas figuras ideales, como Cervantes, a las que se han prestado las más excelsas cualidades. Aquello mismo que contribuye a explicar el éxito de Lope en su momento, y su integración en el canon de la literatura europea, permite comprender su relativa caída en desgracia posterior, hasta la situación paradójica en la que se encuentra en la actualidad, entre el reconocimiento oficial, los inagotables estudios académicos y una presencia relativamente escasa en el imaginario español.

Este es el telón de fondo en el que se publica una nueva biografía de Lope, a cargo de Antonio Sánchez Jiménez. Antonio Sánchez Jiménez, profesor de Literatura española en la Universidad de Neuchâtel, es uno de los mejores conocedores de Lope. Además de sus estudios sobre Lope y la pintura (El pincel y el Fénix) y sobre la creación del personaje (Lope pintado por sí mismo), también ha sido el responsable de algunas grandes ediciones críticas, entre ellas la de la Arcadia y el Isidro, y, con Antonio Carreño, la de las Rimas sacras. (Sánchez Jiménez es, además, autor de un excelente estudio sobre la Leyenda Negra, que debía ser más conocido ahora que tanto se habla de ella.)

El título de su biografía es El verso y la vida. Con sólo eso sabemos que Sánchez Jiménez ha entrado directamente, desde la perspectiva biográfica, en el tema que ha sido una de las constantes de sus estudios: las estrategias literarias, editoriales y sociales mediante las cuales Lope fue elaborando su imagen según sus necesidades, sus preferencias y las expectativas del público de su tiempo y los destinatarios de sus obras. Hay que reconocer a Sánchez Jiménez la valentía. Entra en un terreno minado, donde a menudo se ha confundido la literatura con la vida (como hizo el propio Lope), lo que da por resultado visiones a medias entre la ingenuidad y la fantasía. También se obliga a salir del enfoque académico y poner a prueba su propio trabajo previo.

El resultado, fruto de la minuciosidad y la exigencia que cabía esperar, es excelente. Lo legendario, cultivado por el propio Lope, como el episodio novelesco de la participación en la Armada Invencible, queda deslindado de aquello de lo que quedan pruebas fehacientes. Se acumulan sin pesadez, con buen pulso narrativo, los muy diversos episodios a los que da lugar una vida tan compleja como esta. Se aportan argumentos para cambiar algunas interpretaciones, como el arranque de la etapa de “senectute”, según la expresión de Juan Manuel Rozas, en 1621 y no en 1627. Y se insiste, con razón, en la importancia que va cobrando en los últimos años una estética elitista y transparente, que corrobora la filiación clasicista de Lope, y no sólo del de los últimos años.

Sánchez Jiménez dibuja un retrato de Lope distinto del habitual. Lejos del personaje de genio improvisador que él mismo elaboró y difundió, Lope, que se pasó la vida entre libros y papeles, es también un monstruo de la reescritura y la revisión: minucioso, obsesionado con la precisión, y con una lucidez absoluta en cuanto al sentido de su proyecto estético y a la clase de verdad que persigue. Y en vez del genio eternamente eufórico, Sánchez Jiménez dibuja el retrato de un hombre introspectivo, con una propensión intensa a la melancolía, ajeno a cualquier supuesta ingenuidad.

El esfuerzo por separar lo literario de la vida, que permite comprender con claridad aspectos de la obra de Lope, vuelve, de forma nada inesperada, a ponernos ante uno de los más grandes y deslumbrantes misterios de la obra de Lope: cómo el impudor, el exhibicionismo e incluso la falta de escrúpulos lleva a la creación de una obra en la que la apuesta por la naturalidad, la “estética invisible”, la sprezzatura, sostiene a un tiempo la inmediatez emocional, como si la humanidad se hiciera presente en cada línea y en cada verso, y al tiempo un despego soberano de la circunstancia. Es el milagro de Lope, que esta biografía contribuye a iluminar.

La nueva vida de Lope, tras cuya sobriedad se adivina un intenso amor por el gran escritor, se añade así a otras aparecidos en los últimos años. Entre ellas se recordarán los trabajos de Pedra, la biografía de Ignacio Arellano y Carlos Mata, y otra preciosa obra biográfica, por desgracia no traducida al castellano, de la estudiosa francesa Suzanne Varga, otra enamorada de nuestro autor, que sigue arrasando siglos después de su vida fulgurante. (…)

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Ediciones Insólitas publicará próximamente El verdadero amante. Lope de Vega y el amor, de José María Marco.