«Paradiso», de Lezama Lima
José María Marco es profesor, escritor y columnista en La Razón. Y autor, asimismo, de numerosas publicaciones en el campo de la biografía, el ensayo y el artículo periodístico. Sus últimos libros son Azaña. El mito sin máscaras, Diez razones para amar España y El verdadero amante. Lope de Vega y el amor. Marco recomienda Paradiso, de José Lezama Lima.
¿Cómo lo descubrió?
Descubrí Paradiso, de Lezama Lima, en la biblioteca de mis padres. Se lo regaló un amigo suyo mexicano: lo sé porque así va escrito en el libro. Seguro que mi padre se lo pidió tras el escándalo que suscitó su publicación en Cuba. Era la edición mexicana de Era, de 1970, con las ilustraciones del gran René Portocarrero y una portada exuberante, magnífica, sobre fondo rosa fucsia. Ha sobrevivido a todas las mudanzas y la conservo todavía. En aquel momento, no sabía nada del mundo al que me acababa de asomar. Pronto me enteré de que Lezama era un gran escritor cubano, poeta y ensayista. A partir de ahí leí mucho de él.
¿Por qué este libro?
Me fascinó el retrato del protagonista, José Cemí, el alter ego cubano y español del de A la búsqueda del tiempo perdido: recuerdo como el primer día las sensaciones –muy literalmente- que provocaron la primera escena de la enfermedad del niño y esa otra, también al principio de la novela, en la que la abuela decide hacer unas natillas y toda la casa de La Habana se pone a su servicio. También me fascinó el idioma, un español de un barroquismo sin freno, recreación de un mundo en el que la forma encarna la belleza… y el amor, o la caridad mejor dicho, como luego conformaron las noticias de lo que los castristas hicieron con Lezama Lima. Y claro está, me dejó asombrado, como ya lo había hecho Proust, la larga reflexión sobre el amor entre hombres en el famoso capítulo IX, el de la conversación de Cemí con sus amigos Foción y Fronesis: celebración también, sin complacencias, que colocaba la naturaleza del amor masculino en el núcleo de la creación estética. Una parodia humorística y sublime del Banquete…
¿Le influyó de alguna manera?
Me influyó en muchos aspectos, como es natural: el gusto por el arte barroco, el interés por la creación pura, que no es esteticismo, la revelación del misterio que une la palabra y el amor, la apertura a Oriente, en particular a China pasando por América, y la sugerencia de que la lógica cartesiana y el principio de contradicción no apuran la realidad. Paradiso fue, para mí y para la literatura en español de la época, como la llegada de un meteorito de otro mundo. Y luego seguí leyendo y todavía lo hago, en busca del rastro de aquel deslumbramiento, a Cabrera Infante y a Severo Sarduy… Un libro para empezar a tomar en serio el ritmo hesicástico de la literatura: “Un collar tiene el cochino, / calvo se queda el faisán, / con los molinos del vino / los titanes se hundirán”.
La Razón, 09-04-22