La paradoja de Madrid central

Tradicionalmente, Madrid estaba dividido entre el norte, más próspero, y el sur, donde vivía la población más pobre. La ciudad cambió con Alberto Ruiz Gallardón. Las grandes obras emprendidas en el sur anularon el abismo tradicional y propiciaron el nacimiento de una ciudad vertebrada e integradora, sin las barreras físicas que reflejaban y propiciaban exclusiones sociales aún más profundas, vigentes durante siglos.

Ahora el ayuntamiento de los podemitas, con la colaboración del PSOE, ha culminado otra reforma de calado, como es “Madrid central”. La zona del centro, que corresponde a la que cerraba la antigua Real Cerca de tiempos de Felipe IV, queda exenta de tráfico rodado privado, excepto para residentes, comercios y vehículos no contaminantes. La medida era necesaria, entre otras cosas para salvar el antiguo casco de Madrid. En cambio, se podían haber evitado las prisas y se debía haber negociado e informado mucho más de lo que se ha hecho.

Era imposible, sin embargo, que los podemitas evitaran la inflación de propaganda política. Y aquí reside la paradoja de este asunto. Es que la operación de “Madrid central” va a acelerar un proceso en marcha en estos últimos años, como es la expulsión del centro de lo que quedaba del Madrid popular que muchos hemos conocido, y su sustitución por una población considerablemente más rica.

Es el proyecto de la izquierda postmoderna, populista o no: buscar, y conseguir, el apoyo de la población más próspera y expulsar a la periferia geográfica y política a los que menos medios tienen. Así ha ocurrido en muchas grandes ciudades de los países desarrollados, convertidas en reductos de la izquierda solipsista, se podría decir: narcisista, encerrada en sí misma, incapaz de dialogar con algo que se salga de su mundo y su propio sistema de valores, estético por lo fundamental. De rebote, dará pie a movimientos populistas que se nutrirán de la marginación a la que se va condenar buena de la población. Ese es el destino del experimento de podemitas y socialistas: una ciudad para turistas, para ir de compras y sobre todo  privilegiados.

La Razón, 07-12-18