Krenek, Boesch y la esencia de Austria

Del gran compositor austríaco Ernest Krenek (1900-1991), pocas obras han pasado al repertorio. Una de ellas es este Libro de viajes por los Alpes austríacos, que aun así se escucha muy poco, tal vez por las dificultades expresivas y musicales que plantea. Es una pena, incluso para  los propios artistas. Dominar una obra maestra de esta categoría debe suponer una gigantesca satisfacción, que expresó con un gesto de triunfo Florian Boesch al final de su fabulosa interpretación. Poco antes de componer su ciclo de canciones, Krenek había estrenado la ópera que le dio fama, su Jonny spielt auf (“Jonny empieza a tocar”) y se encontraba en un momento creativo particularmente fecundo, sin ceder todavía a las depresiones de la atonalidad.

La obra relata en veinte lieder (veinte, como La bella molinera) un viaje emprendido con la finalidad, expresada en el primer verso, de “conocer mi patria”, un asunto al que vuelve en los dos últimos versos del penúltimo lied: “País nuestro, hermoso país, ¿serás tú mi hogar, querida patria?”, para terminar con una afirmación vital, aunque de extrema sutileza, expresada con firmeza después de una pequeña crisis (musical). El ciclo  requiere un cantante de registro muy amplio, con recursos al falseto y al pianísimo,  pero también al grave profundo, a la expresividad operística más rotunda y por momentos a la expresión hablada, todo ello teatralizado abiertamente. El barítono Florian Boesch, artista residente del Ciclo de lied de esta temporada,  desplegó toda su sabiduría técnica, pero también una variedad extraordinaria de registros expresivos. Nos subimos con él al automóvil y luego al autobús (“Verkher”, “Viaje”), nos sumergimos en la meditación sugerida por un “Monasterio en los Alpes”, lamentamos la suerte de los enterrados casi de pie en un cementerio alpino (“Friedhof im Gebirgsdorf”, “Cementerio en una aldea de montaña”), celebramos, en una canción dedicada a Schubert y con acento vienés, los vinos que se crían cerca de la capital, nos reímos de los turistas obsesionados con hacerse fotografías (mientras las nobles montañas, aburridas, se cubren la cabeza entre las nubes) y nos dejamos mecer, con una dulzura infinita, por la luz del sur, ya casi de Italia, donde la vida es más amable. Boesch también supo recrear la musicalidad intrínseca de las meditaciones que salpican el viaje: sobre el mal tiempo, sobre el lazo perdido con la naturaleza, también sobre la política en una canción así titulada (“Politik”), situada casi en el centro del ciclo, que evoca el fantasma del nazismo que pronto iba a destrozar el país. No hay obra más quintaesencialmente austríaca que esta de Krenek: en la materia que evoca, claro está, pero también en la inmediatez en la que la vida se expresa como música y, también, en esa pregunta acerca de una patria que no acaba nunca de estar del todo hecha, por muy reconocible y nuestra que sea.

El extraordinario Malcolm Martineau dio la réplica a Boesch continuando la tradición del lied romántico, pero ampliándola, como exige Krenek, a formas nuevas de expresión y de reflexión, también de humor y de ironía, todo, y en todo momento, al servicio de una inacabable declaración de amor. Enorme éxito, que cierra el excelente XXVII Ciclo de Lied madrileño.

TEATRO DE LA ZARZUELA, XXVII Ciclo de Lied, Florian Boesch, barítono. Libro de viajes por los Alpes suizos, de Ernest Krenek / Reisebuch aus den Österreichischen Alpen. Malcolm Martineau, piano. 14 de junio de 2021

Ópera Actual, 16-06-21