¡Feliz Navidad, queridos amigos!

La Navidad llega cada año para recordar el nacimiento en la pequeña ciudad de Belén, no lejos de Jerusalén, de un niño que, aunque de familia humilde, descendía del linaje de los reyes de Israel. El pequeño judío, que pronto se iba a convertir en un refugiado, como tantos otros de su pueblo y de su tierra, era Dios. La Navidad también nos recuerda que en aquel mismo instante se cumplieron las antiguas profecías israelitas, aquellas en las que no se había dejado de creer desde que fueron formuladas, según las cuales llegaría un tiempo en el que quedarían instaurados la paz, la justicia, el amor.

Como desde entonces el mundo ha seguido su larga marcha de atrocidades, injusticias y violencia, hemos llegado a pensar en todo aquello como una nueva promesa o, aún peor, una hermosa fábula acerca de lo que tal vez podríamos llegar a ser si algún día nos lo propusiéramos.

No es así, sin embargo. El nacimiento de aquel Niño cambió el mundo de raíz. Instauró de pronto, como quien abre un regalo, una realidad nueva que nos ha situado desde entonces en un plano distinto. La paz, la justicia y el amor, sobre todo el amor, cambiaron, habiéndose hecho realidad, la naturaleza del ser humano. Desde entonces no podemos ya zafarnos de lo que exigen de nosotros. Es aquello en lo que nos convertimos en aquel mismo instante. Así lo indican, en el escenario de los hechos, la adoración de los pastores, la de los Magos, el movimiento hacia Dios del universo entero.

Comprender esta realidad no es difícil, por mucho que a veces vacilemos ante lo que nos parece la tarea inabordable de excavar capas y más capas de ceniza. No lo es porque lo que hay debajo es nuestra naturaleza de seres humanos tal como nacimos a la vida esa noche. Las palabras y los gestos, en realidad, nos vienen pronto. Al hacerse niño, el Señor nos creó de nuevo a imagen y semejanza suya. En ese punto, no hay mucho más que hacer que estar atentos al soplo del Espíritu, que llega siempre.

Por eso, los que hacemos esta página queremos agradecer su interés a todos los que han tenido la curiosidad de acercarse a ella. También les invitamos a compartir aquí mismo sus buenos deseos.

¡Feliz Navidad, queridos amigos!