Arquitectura (1) Alberti. Sant’Andrea, Mantua – San Francesco, Rímini
“Empleas la piedra, la madera y el hormigón y con estos materiales construyes casas y palacios. Eso es la construcción. La ingenuidad en funcionamiento. Pero de repente me llegas al corazón, me haces bien, estoy contento y digo, ´´Esto es precioso´´. Eso es la Arquitectura. El arte entra en escena.” Le Corbusier, 1923.
Quizá sea poco habitual incluir en un foro como este una categoría dedicada al análisis arquitectónico. Tal vez la observación de la realidad en el día a día sea cautiva de un exceso de estímulos- sucesos, declaraciones, gestos… Lo cierto es que nada como una obra de Arquitectura (con A mayúscula) compila mayor cantidad de anhelos, necesidades, condicionantes y variaciones de las sociedades a lo largo del tiempo.
Sin duda ha de ser tratada, si el afán es extraer de ella lo anteriormente mencionado, con una considerable perspectiva, una amplia visión diacrónica y un sosiego que escasea en muchas ocasiones. Existirán fuentes más inmediatas, más locuaces, pero posiblemente ninguna tan rica y permanente como la que pretendo abordar- la propia Arquitectura.
La serie que arranca con esta introducción no pretende ser una extensiva descripción de la evolución de la arquitectura hasta nuestros días. No se trata de hacer un cursillo por fascículos ni mucho menos un tratamiento exhaustivo de las obras singulares, ni de los períodos estilísticos.
Al contrario, pretende acercar esta disciplina al periodismo y a la opinión pública proporcionando los hilos de los que tirar para desentrañar lo que subyace tras unos bloques de piedra o unos ladrillos unidos con mortero.
Dentro de la vasta trayectoria europea, he hecho un alto en doce “situaciones” conflictivas o puntos críticos, y en ellas he establecido comparaciones entre dos obras donde aparecen coincidencias o divergencias que podrían pasar inadvertidas. Se demuestra que son motivadas en todos los casos por profundos cambios en la forma de concebir, no solo la arquitectura, sino las relaciones de los seres humanos consigo mismo y con los otros, y en algunos casos, con Dios.
He intentado evitar incluir evoluciones anecdóticas y meramente formales, así como aquellas comparaciones más evidentes y manidas (Renacimiento/ Barroco). Aun así, hablar de arquitectura es trabajar con la masa, con el espacio, con la proporción, con los materiales, con la estructura y el cerramiento, con lo ornamental… Es en parte medir distancias, analizar efectos visuales, describir interiores… Hablar de arquitectura del Renacimiento a la Modernidad hace imposible obviar el tratamiento de la columna, el capitel, el entablamento, la cúpula, el ábside, el crucero…, los términos básicos que dieron forma y materia a la mentalidad de Occidente a lo largo de los siglos. Otras trayectorias arquitectónicas fuera de la occidental introducirían interferencias en este desarrollo considerablemente lineal, homogéneo y diferenciado. Queda para otro análisis, de mayor extensión y complejidad.
Como acabo de mencionar, las doce ´paradas´ que constituyen esta serie se sitúan en el camino desde la recuperación de los ideales clásicos en la Italia del Cuattrocento hasta el momento en que se suelta lastre y son abandonados, en apariencia, definitivamente -casi con exactitud en el año 1900.
Mirando con ojos entreabiertos, hasta el surgimiento de la Ilustración hablar de arquitectura era hablar de iglesias. Puede parecer exagerado, pero lo cierto es que en el período Barroco (como paradigma) se construyeron más ejemplares de esta tipología que en ningún otro en la Historia.
A partir de ese momento, atendemos a una mayor pluralidad en la tipología -que no en el estilo- durante el Neoclasicismo del XVIII y a la revolución aparejada al desarrollo de nuevos materiales y medios de transporte durante el siglo XIX.
Entonces, tras tres siglos de disertaciones en ocasiones pueriles o redundantes sobre “cómo colocar con dignidad una columna”, la arquitectura se embarca en una aventura apasionante. En el período más complejo y contradictorio en todos los aspectos de cuantos he tenido entre manos, es difícil seguirle la pista al desarrollo del arte de construir. La secular pugna entre lo precedente y lo sucesivo alcanza unas proporciones colosales.
Lo sociológico va a ser una constante a lo largo de mi trabajo, con la intención de que quede probada la íntima vinculación de la tarea del arquitecto con el devenir de las sociedades en la historia. Espero en los artículos que siguen ser capaz de inocular el interés en quien tenga a bien leerlos, incluso que actúen como detonador de indagaciones más vastas y profundas.
Consciente de la ambición que esto conlleva, me conformo con hacer patente la singularidad de los hitos arquitectónicos (puesto que no hay espacio para todo lo que sean variaciones menores del buque insignia del estilo o período), así como de diferenciarlos de la llamada arquitectura sin arquitectos.
Bibliografía: Marvin Trachtenberg e Isabelle Hyman, Arquitectura. De la prehistoria a la postmodernidad. Madrid, Akal, 1990.
Ilustración: Pedro Machuca, patio del palacio de Carlos V en Granada.
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